LA NOVIA...

LA NOVIA
Erase una vez, en un pueblecito pequeño, en el que todos los vecinos se conocían, acostumbraban en verano sentarse en la puerta de la calle, a desgranar las mazorcas de maíz.

Los vecinos se juntaban y cada cual iba explicando una historia, a ver quien la explicaba que diera más miedo.

La tía Alejandra, empezó contando esta historia. En el pueblo de al lado, a unos 4 kilómetros vivía una moza que iba a casarse el día siguiente, y era costumbre que la noche anterior a la boda, la novia con su mejor amiga, se pasara la noche en su nueva casa, haciendo calceta.

Esta joven novia, Miguela, le pidió a su amiga Nicolasa, que se quedase con ella. Lo que Miguela no sabía, es que Nicolasa, estaba locamente enamorada de su novio, y le tenía una envidia tremenda.

Cuando se quedaron solas, Miguela le refería lo feliz que esperaba ser con su futuro marido, ya que él, estaba tan enamorado como ella, pues los dos se querían mucho.

Nicolasa, no podía seguir escuchando, pues cada momento que pasaba le iba cogiendo más envidia. Así es que cuando vio que Miguela estaba descuidada, cogió la aguja de tejer y se la clavó en la cabeza, matándola al instante.

Sacándole la aguja, la limpio y la acostó en la cama, y se marchó a su casa, le dijo a su madre que Miguela le había pedido que se fuera, pues no se encontraba bien y quería descansar un poco.

Cuando al día siguiente fueron a despertarla y vieron que estaba muerta, no se lo podían creer, los padres estaban desesperados, y el novio no tenía consuelo. (Pero ya se encargó Nicolasa de consolarlo), pues para eso era la mejor amiga de Miguela.

Los padres decidieron enterrarla con su vestido de novia, hacerle una estatua de ella, y ponerla encima del panteón, para que todos la recordaran.

¡Llegado a este punto la tía Alejandra se calló,! mirando a “Perico” la cara que estaba poniendo de pena, Perico, era un mozo solterón que nunca había tenido novia, ni sabía, lo que era darle un beso a una moza.

La tía Alejandra, “dándole de señas” a la que tenía al lado, continúo con la historia.

El que cuida el cementerio ha dicho, que a veces la ve pasear por las noches, dando vueltas por el cementerio y diciendo. ¡Aquel que me dé un beso, conseguirá una novia como yo, y en menos de un mes, estará casado!

Cuando Perico terminó de escuchar la historia, ya estaba decidido. Iría al pueblo de al lado para ver la tumba de la “novia “y poder darle un beso, pero en el trayecto se le hizo de noche, y cuando llegó apenas se distinguían las figuras de los panteones.

Perico estaba temblando de miedo, pero era más fuerte el deseo de casarse, así que en sus temblores decía.

CALLAROS CARNES PECADORAS, QUE PRONTO SE CELEBRARÁ BUESTRA BODA,

Cuando a la mañana siguiente, llegó el que cuidaba el cementerio, se lo encontró abrazado a la estatua de un panteón, ¡pues se había muerto de miedo!.

Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Pa. Sa. Ma.