ALARDEAN LAS VECINAS, La Poesía

ALARDEAN LAS VECINAS

Alardean las vecinas en la plaza
de saber lo que se cuece en cada casa
pero yo que sé muy bien lo que les pasa
como el café, se lo ofrezco en una taza.

Le doy razones de la hija del herrero
de María, la que cose los zajones,
y por esperar para saber razones;
la comida se les pega en el puchero.

Si cada una se ocupara de sus cosas
sin pensar en lo que cuece fulanita,
es seguro que estarían más bonitas
cultivando sus jardines y sus rosas.

Pero así, con esos cardos borriquero,
que salen solos entre ortigas en la huerta,
ellas presumen que siempre están dispuestas
pues la comida se la cuece el jardinero.

Y ese jardín que antes era un paraíso
cuando de niña por el correteaba,
no recuerda que su madre le enseñaba
que entre zarzas no florecen los narcisos.
Pa. Sa. Ma.