! Hola! Y digo! hola! por que creo conocerte, en otra...

Ansias de eternidad siente el artista,
detener lo fugaz, aprisionarlo.
Una belleza que morirá luego
el pintor en el lienzo la ha plasmado
el cincel aprisionó la fuerza
muscular de un atleta, en un trozo de mármol.
Y un sentimiento que trasformó el tiempo
el poeta logró inmortalizarlo.

Sólo lo perdurable es lo que anhelo
es lo que mi mirada anda buscando
por eso fué que rechacé la copa
de licor que me ofreció tu mano
Ansias de eternidad, dios me ha creado.

! Hola! Y digo! hola! por que creo conocerte, en otra faceta peleona. No te sabía, entregada al verso; a estas pequeñas y grandes verdades, reconducidas desde el empujón del alma. Esa belleza que pasa desapercibida para muchos, y que describe el estado de cada uno y las inquietudes.
Decir que me alegra haber empujado el ratón hasta aquí no está de más, por el hecho que aún, a sabiendas entender muy poco de poesía, si es justo decir, que pese a mi pobreza en esta lides, la escribo casi al mismo tiempo que supe escribir. Es una necesidad: una voz que me llama todos los días.
A esta hora, y como me he despertado, he amanecido, aquí en medio del campo donde vivo, pues solo la parte norte me comunica con la civilización y he sentido la llamada. Esa llamada que te llora o ríe.
Si añadir, antes de que se me retiren las musas que prefiero esto a las discursiones. digamos que la llamada de unos versos, me curan temporalmente de los dramas a vivir día a día. Digamos, que no:

NO ESTOY ANOCHECIDO

Que en estos instantes estoy en esa hora
en que ardía la llama de sus dedos
sobre mi piel y regreso, entre amapolas.
a su alma joven, muy despierto:

A sus caricias casi niñas,
a sus recién nacidos anhelos.

Es la hora de mi mano arrodillada:
lo presiento:
Es hora de algo mas que palabras
y me acerco.
me acerco a ella,
porque el viento movía su falda...
allí en el suelo
sobre la hierba empapada
de rocío y la busqué venas a dentro.

Es la hora de recordar la tarde aquella
-abrazos largos y húmedos besos-
en promesas sobre la hierba
y en gemidos de viento

Es hoora de recordar como llorabas,
feliz y yo te ofrecí mi pañuelo.
J. M. (libertad)