Hija, es bueno que ya no estés...

Hija, es bueno que ya no estés
aquí, donde desde el principio mueren los muertos.
Mis manos ahora están libres de ataduras
bajo nuestro sol bueno sólo para el sueño
inscrito en sangre.
Entre las manos pusieron el cielo
y además, los peñascos y el agua
y en la fría palma llevan tu libro vacío,
instructivo y sagrado
Y qué sea así, hija,
dijo y ocupó una antigua y abandonada tumba