Purísima Magdalena...

Purísima Magdalena

¡Ay purísima Magdalena, lágrimas
del que espera alguna vez revivir
aunque fuera entre las cañas de un pegujar
a orillas del Rio Guadalquivir!

Te entregué mi voluntad,
sin coste apenas,
como un regalo,
libres de obligación y de cadenas.

Hoy me dicen que caminas
ebria por las noches, el bolso a la bandolera
y, cuando intento imitarte,
no puedo, porque ya nadie me espera.

¡Ay que tremenda lluvia de rencores,
cuando lo sencillo es vivir sin pena,
huir de vicios y supuestos temores
y borrar del lecho cualquier condena!

PD: Unos "caramales" de tapa para el aperitivo de la tarde.