UNA MAÑANA DE MAYO
(Romance)
En Córdoba la sultana,
una mañana de Mayo,
dos dardos verde esmeralda,
en mis ojos se clavaron,
hirieron mi corazón
y lo dejaron prendado.
Sí, me enamoré de ti,
y sin dos veces pensarlo,
te invité a ver la ciudad
en un coche de caballos.
¡Que mañana en el recuerdo!
¡Que ilusión! ¡Con qué entusiasmo
disfrutamos los dos juntos
de aquel edén tan preciado!
El Callejón de las Flores,
el Patio de los Naranjos,
y el Cristo de los Faroles,
envidiaron tus encantos;
y el embrujo de tus ojos
-los que a mí me cautivaron-
eclipsó a un rayo de sol
que iluminaba sus patios.
La joya de la Mezquita,
cómplice de mis halagos,
la visitamos despacio
apretadas nuestras manos;
manos que fueron caricias
paseando el Puente Romano;
y en un rincón del jardín
del bello Alcázar Cristiano,
parado el tiempo quedó
cuando, inmersos en la historia,
con gran fruición nos besamos.
Hoy recordando aquel día
de una mañana de Mayo,
conservamos el rescoldo,
sigue nuestro amor intacto.
Plazalagua.
Antes de introducirme en Manuel Alcántara, quiero emular a Gala con este romance en el que senos habla de algunos de los muchos encantos de Córdoba, a través de la visita de unos enamorados.
Hay dos versos pares con rima consonante, seguidos (Cristiano y Romano), pero me escudo en que esto lo he visto también en poetas de renombre.
Saludos.
(Romance)
En Córdoba la sultana,
una mañana de Mayo,
dos dardos verde esmeralda,
en mis ojos se clavaron,
hirieron mi corazón
y lo dejaron prendado.
Sí, me enamoré de ti,
y sin dos veces pensarlo,
te invité a ver la ciudad
en un coche de caballos.
¡Que mañana en el recuerdo!
¡Que ilusión! ¡Con qué entusiasmo
disfrutamos los dos juntos
de aquel edén tan preciado!
El Callejón de las Flores,
el Patio de los Naranjos,
y el Cristo de los Faroles,
envidiaron tus encantos;
y el embrujo de tus ojos
-los que a mí me cautivaron-
eclipsó a un rayo de sol
que iluminaba sus patios.
La joya de la Mezquita,
cómplice de mis halagos,
la visitamos despacio
apretadas nuestras manos;
manos que fueron caricias
paseando el Puente Romano;
y en un rincón del jardín
del bello Alcázar Cristiano,
parado el tiempo quedó
cuando, inmersos en la historia,
con gran fruición nos besamos.
Hoy recordando aquel día
de una mañana de Mayo,
conservamos el rescoldo,
sigue nuestro amor intacto.
Plazalagua.
Antes de introducirme en Manuel Alcántara, quiero emular a Gala con este romance en el que senos habla de algunos de los muchos encantos de Córdoba, a través de la visita de unos enamorados.
Hay dos versos pares con rima consonante, seguidos (Cristiano y Romano), pero me escudo en que esto lo he visto también en poetas de renombre.
Saludos.