"Su Majestad, Señor: Ante todo permítame disculparme...

"Su Majestad, Señor: Ante todo permítame disculparme por mi torpe verbo. Soy uno de sus subditos, sí.... de los que confiaban o -mejor dicho- confiaron en que su Majestad (y en relación con lo público) se correspondía, en cuanto a procederes con sus palabras: siempre dirigidas a construir firmezas, convicciones y supuestos de capitalización, si de valores y principios aglutinantes en lo común, hemos de hablar. Resultaba frecuente, Señor, concluir que sus excesos privados se "diluían" con facilidad, ante la realidad de un comportamiento institucional impecable.

Todo se ha desmoronado Señor... Ud. -Majestad- ya no es ejemplo de nada. de nada de lo que -hoy- podría devolverle un crédito dilapidado mediante la plasmación de su actual realidad: La de un adinerado (a costa de su pueblo) que no duda en quemar unos recursos, obtenidos desde la exclusividad de un cargo que si mereció, yá no merece...

Dígame si nó -Señor- si en lo más profundo de su ser (y a pesar de manifestaciones ancladas en un pasado) ha sentido algún rubor en gastar -en su capricho- unos dineros que el País al que representa "NO" tiene. Que el País al que Ud. "dice pero no hace" defender y querer necesita para subsistir. Unos dineros -Señor- que salen con y desde la sangre de personas que -sin otra opción- entre las que me cuento; aportan a sus arcas para que Ud. -Majestad- estime dedicarlos a tan "loable y edificante" ejemplo, como es la caza de elefantes en los tiempos que -a muchos- a Ud- nó... nos toca sufrir.

Le presento con mi mayor convicción -Señor- mi más absoluta decepción. La decepción de uno de sus subditos. Uno de los que -a pesar de intimidades- creía era Ud. consecuente y leal con las palabras que pronunciaba y con alguno de los hechos que -en tiempos ya lejanos- le honrraron...

Hoy -Majestad- y ante un servidor. Sí..."un servidor" que lo fué -en tiempos- con un cierto orgullo: Ha perdido todo mi respeto. No le considero digno del cargo que ocupa, por los hechos puestos en evidencia contra su voluntad. Una voluntad que -de poder- y de no ser por la "inoportuna" lesión sufrida. Hoy, nos hubiera escatimado (otra vez) otra de sus..."intimidades": La de emplear importantes sumas de dinero, en el disfrute de aficiones cuyo significado -Señor- le invito a que mirándolo a los ojos; se digne Ud. explicarle a aquél padre de familia que no puede poner el plato de comida ante sus hijos. O a aquél otro cuyo techo es el que, buenamente, alguna persona de bien le ha proporcionado, después de tener soportar el verse en la mismísima calle, él y su familia, por nó poder pagar un plazo hipotecário...

Desde las buenas formas que aprendí de mis Padres. Pero -tambien- desde la más absoluta convicción de que "Su Majestad" ha perdido todo el respeto y la admiración que "un mal día" le profesé. Reciba la presente...

Y si su dignidad personal y humana (nó la Real) se lo permite, sírvase pedir, al menos, correspondientes disculpas. Sepa hay unos sufridos Ciudadanos que sí lo merecen..."