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SESIÓN CONTINUA

"BLANCANIEVES (MIRROR, MIRROR)"
Por Manuel Collado Luque

CUANDO UN FRIKI es padre y, sobre todo, cuando es padre de una niña de diez años, la gran mayoría de ocasiones en que acude al cine, debe forzosamente supeditar aquello que le gustaría ver —claro está, frikadas de ciencia ficción, superhéroes o fantasía, entre otras— por propuestas cinematográficas de corte más familiar y, por ello, menos violento o menos raro...

En mi caso, los films de dibujos animados (de Pixar, por supuesto) casi siempre son la primera elección, y, después, inevitablemente les siguen las de imagen real, con animalitos y similares. Otra alternativa posible es decantarse por una inteligente —o no— combinación de ambos géneros. En este punto tenemos las pelis de imagen real que adaptan obras originalmente animadas (Alvin, Los Pitufos, Scooby Doo...), o bien inclinarse por una curiosa vertiente que, en los últimos años, está gozando de una cierta popularidad fundamentalmente entre las productoras yanquis: la dedicada a versionar los cuentos clásicos de siempre.

En poco tiempo, hemos tenido la oportunidad de disfrutar de revisitaciones de «Caperucita Roja» o de «Alicia en el País de la Maravillas», por ejemplo, y en ambas, como en otras anteriores (Por siempre Jamás, con Drew Barrymore), se ha procurado adecuar la historia primigenia, con el fin de lograr unas versiones más sombrías y dotadas de un contenido más novedoso y atrevido, cuya intención —creo— es la de atraer a un público infantil sin casi puntos ya en común con aquel que conoció las primeras adaptaciones y, al mismo tiempo, proporcionar a los acompañantes adultos un atractivo producto que les satisfaga a ellos igualmente.

Esta parece ser precisamente la premisa principal de una de las dos particulares interpretaciones del cuento de Blancanieves que veremos este año: la que nos llegará en junio desde el otro lado del océano, Blancanieves y la leyenda del cazador, protagonizada por Charlize Theron y Chris “Thor” Hemsworth. Su tráiler invita a ver una muy peculiar versión del popular relato infantil bajo un trasfondo más oscuro y adulto, con una Blancanieves guerrera a lo Juana de Arco, sin los ínclitos enanos y una reina (Theron) más bella y maléfica que nunca.

En cambio, la otra adaptación, ahora mismo en las salas, se ha inclinado por mantener el espíritu original del cuento de los hermanos Grimm, aplicando algunos nuevos elementos y modificando ciertas partes fácilmente reconocibles, creando un producto con abundantes gotas de tinte clásico y, por tanto, alejándose del intencionado factor riesgo por la que apuesta la película de Theron y Hemsworth. Con el sugerente título original de Mirror, mirror, el film, sin tapujos, centra sus esfuerzos —quizás demasiado— en contentar al público potencialmente mayoritario que acudirá al cine a verla: los niños.
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