01/78. NARRATIVA BREVE (1)...

01/78. NARRATIVA BREVE (1)
«Ojitos de vidrio»
Por Ninfa Estela Duarte

RECOSTADA FRENTE AL hogar, atizando el fuego de vez en cuando, había pasado la tarde entera, sumida en mil pensamientos, tratando de explicar los «por qué» de tantas cosas y acariciando mi propia alma para acallar a los duendes que se habían instalado en ella desde aquel día.
Voy hasta la ventana, cuyos vidrios se habían puesto rojizos con los últimos rayos del sol de invierno. Era julio y triste el paisaje. No por la lluvia, ni por las nubes negras, no era por el frío que me erizaba la piel, ni siquiera por lo gris. El paisaje triste estaba en mi alma, que, con sus recuerdos, volvía en cada atardecer, y, más aún, cuando la lluvia me impide salir.
Embelesada, miro el paisaje seco de los árboles de julio, negros nubarrones movedizos, el ocaso lejano, la estancia en penumbra y un silencio pesado dentro del pecho. Llovía también en mi alma dolorida, mientras de mis resecos labios brotaba la misma pregunta de siempre:
— ¿Por qué, Señor, por qué lo llevaste…?
Mi mano, inconsciente, acaricia el paño amarillo suave, ojitos de vidrio y, de nuevo, los duendes, bailándome dentro como un leve ensueño flotando en la sala. Se me nublan los ojos… De pronto, apenas un murmullo lejano… Escucho mi nombre dicho entre sollozos. ¿Fantasía tal vez o realidad?
—Mami… mami… ¿dónde estás?
— ¿También en el cielo tú me necesitas amor? —murmuro en voz baja, hablando con mi dolor, tratando de impedir que se me escape del pecho el corazón, que cabalgaba alocado.
No sé si siento o escucho la voz de mi niño que me busca… Me llama… A ratos, su tierna risita, cascadita alegre de fino cristal, acaricia mis oídos, erizando mi piel.
— ¡Dios mío! ¡Cómo lo extraño…! Y siempre, estas rebeldes lágrimas que no puedo evitar…
[...]

El relato continúa aquí: www. gibralfaro. uma. es/narbreve/pag_1828. htm