Mireia Belmonte puso rumbo a Río en Berlín. En la piscina del Velódromo. En su prueba. En, Problema

Mireia Belmonte puso rumbo a Río en Berlín. En la piscina del Velódromo. En su prueba. En su carrera. En la carrera que tantas y tantos nadadores temen. En la disciplina del dolor. En un territorio señalado por los gigantes de este deporte. En los 200 metros mariposa, Mireia alcanzó la cúspide de sus Europeos de Natación y apuntó al oro en 2016, en los Juegos de Rio. Porque su conquista reafirmó su gran meta. Ser campeona olímpica. Ese es el plan. El motor de una juventud pasada por agua. Ser oro en Río en 200 mariposa, su gran especialidad. Como en Berlín, pero en Brasil.

La nadadora de Badalona se despidió de los Europeos con otra sobredosis de adrenalina y ácido láctico. El resultado fue un oro en 200 mariposa y un bronce en 400 libre. Con diez minutos de diferencia. Sin tiempo de recuperación después del tortuoso ejercicio de mariposa. Sin homenajes tras hundir a la maravillosa Katinka Hosszu, sobrevino la lucha en la media distancia con las expertas Federica Pellegrini y Jazmin Carlin. Un remolino burbujeante, un chapoteo de gorros de látex y ojos aplastados detrás de gafas antiniebla. Cuando la energía se había consumido, cuando los pulmones no respondían y los músculos hervían, a Mireia le quedó el corazón. El tercer puesto en los ocho largos fue la prueba definitiva de resistencia y de coraje.

Betulo esto en especial para ti y felicidades es de badalona
Un abrazo