Mujeres lavanderas, Taller de aprendizaje de poesía

Lavandera

Sus rizos oscuros casi tocan el agua blanca,
blanca por el bálago casero.
Su cara morena de fin de invierno
besa el sol que le acaricia, que le hace transparente,
el viento le arrulla cómplice de la beldad,
sus manos brillan y sus ojos de almendra
admiran los encajes de la enagua ajena.

Hay mucha más belleza en ella que en su dueña,
pero ella es sólo dueña del agua, del cielo,
del sol y de las flores que cubren la hierba.

Belleza por su espalda, belleza en esas piernas
que adivinas tan suaves, que adivinas tan tersas.
Y por delante el pecho que humildemente cubre una camisa vieja.
Mas de pronto la prenda se desliza y aparece su piel,
grandioso el canalillo que un botón no sujeta.

La lavandera lava sabiendo que la miran,
sabiendo que la observan a través del follaje
y ofrece sus posturas de diosa proletaria,
reina de su belleza.

Noemí.