Quevedo también tenía un problema en el pie que le...

Quevedo también tenía un problema en el pie que le obligaba a cojear levemente. Se dice que esta anécdota llegó a oídos del propio rey quien, molesto, intentó “devolverle” a Quevedo la jugada de la anécdota que he contado más arriba que se originó con la reina. Felipe IV le llamó a audiencia y le solicitó que le compusiera algún verso improvisado en el momento. El autor le pidió un tema o asunto sobre el que hacer el verso, diciéndole:
- “Dadme pie Majestad”
El rey, aprovechando la frase, y con muy poca fortuna, le alargó la pierna para intentar burlarse del poeta, a lo que éste le respondió:
- “Paréceme, gran señor, que estando en esta postura, yo parezco el herrador y vos la cabalgadura”.