¡Ay, Ana Lorca, perdona!...

¡Ay, Ana Lorca, perdona!
Tienes toda la razón;
con el adiós de Aparicio
y nuestro interés por él,
no nos hemos percatado
de que "algunas",
cuando quieren,
saben rimar con maestría
y se marcan sus quintetos,
con métrica y desparpajo.

Está visto que esta chica
logra lo que se propone;
y, si alquno tiene duda
de esta consideración,
que repase el día 14
y aprenda como se escribe
cuando existe voluntad
y ganas de hacerlo bien.

Ahora te queda lograr
-hagámoslo de una vez-
que toda esta algarabía
quede atrás en el olvido,
no la recordemos más
y volvamos al Levante,
donde Aparicio, el maestro
repostero y buen amigo,
regrese como queremos
y nos invite a brindar.