LOS MÁRTIRES....

LOS MÁRTIRES.

LOS CRISTIANOS NO SE ATEMORIZARON POR LAS PERSECUCIONES. Valientes y sostenidos por la gracia divina, ellos mismos iban a declararse discípulos de Cristo. Los papas y los obispos se veían forzados a moderar tan noble audacia. En Roma se reunían los cristianos, no por miedo, sino por prudencia, en los subterráneos llamados CATACUMBAS. A los que padecían suplicios y muerte sangrienta antes que renegar de la fe, se los llamó MÁRTIRES, es decir, testigos de la divinidad de Cristo. Se les daba muerte según el bárbaro uso de los romanos. A unos los ataban a un poste en medio del anfiteatro o coliseo, para ser devorados por las fieras. A otros los convertían en antorchas vivientes, embadurnándolos antes con pez para que ardieran mejor. La Iglesia nos ha conservado piadosamente la memoria de algunos de estos valientes defensores de la fe y el relato de su muerte heroica en las ACTAS DE LOS MÁRTIRES.