SIGUE:

EL LILAR DEL CEMENTERIO

El recuerdo de la aventura fue borrando la risa de todos los rostros y se hizo un largo silencio y, en aquel silencio, uno de los carcamales reflexionó y dijo:
- ¿Como sabes tú lo del fantasma si de aquella no fuiste presente?
- ¡Me lo habrá contado un pájaro!
-Fuer de nosotros nadie lo vio y bien nos juramentamos para no decirlo.
-Pues no solo sé eso -afirmó, con cara de guasa, el apocado-, sino también mucho más.
Y tras cambiar de postura, les fue recordando al detalle todo lo que ocurrió en el malvar aquella noche y lo que había hecho cada mozo y quien fue el primero que advirtió la presencia de algo sobrenatural y quiénes saltaron la tapia antes que nadie y quienes la salvaron los últimos y por donde lo hizo cada cual....
- ¡Chacho! ¡Sabes tú lo que pasó allí mejor que nosotros! -saltó admirado, uno de los vejestorios que tenía bien ganada fama d inocente.
-Siempre se trasluce algo -respondió, como sin dar importancia al asunto, el interpelado, y siguó contando como unos rezaban jaculatorias y otros proferían palabrotas y, sin usar disimulo, expuso quien mostraba más miedo y quien aparentaba menos y, regodeándose en la befa, recordó también cómo se trababa aquel mozo tan farruco en el sudario de la aparición y como ésta le ayudó a saltar el muro.
- ¡Los detalles que das tú no suenan a cosa traslucida, sino que indican presencia inmediata y conocimiento cierto! -opuso un vejete resabido que, años atrás, había estudiado algún tiempo en el Seminario.
- ¿Como dices? -preguntó el ingenuo que, entre la sordera que padecía y su ignorancia, no se había enterado de nada.
- ¡Que este trasto aduvo allí igual que nosotros!.
Pero.... ¡Si marchó diciendo que no se atrevía a meterse en el malvar!.
- ¡Pues hubo de estar allí achantando!.
Doblándose de risa, el aludido confirmó:
- ¡Ya lo creo que estuve! Y, si pasáis por mi casa, aún os puedo enseñas la sábana.

FIN.

Foto: casa de los balcones