Y bien puede afirmarse que en el nombre terminaban las semejanzas, pues Manolito se apellidaba, "Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

Y bien puede afirmarse que en el nombre terminaban las semejanzas, pues Manolito se apellidaba montes y Manolón, Llanos; aquel medía un metro escaso y éste rozaba los dos; el primero no llegaba a cuarenta Kilos y el segundo pasaba mucho de cien; el más bajo era soltero y el más alto casado; uno era aficionado a la pesca y el otro a la caza; los dos pensaban de manera opuesta en política y sí el uno era pesimista, el otro era optimista y, si aquél ocurrente, éste anodino, y así pasaba con todo.
Bueno, con todo no, porque, además de coincidir en el nombre, había una afición en la que concordaban por entero y que los dos ejercían siempre que encontraban ocasión y, a ser posible, juntos: el consumo habitual y generoso del líquido desestabilizador y, en general, regocijante, que se llama vino.