- ¡Hombre!, como yegua, yegua, no, pero yo sé de una potra que está muy por encima de lo común.
- ¿Me puede decir su merced el nombre del dueño por si la vende?
-No creo que quiera, porque está muy apegado a ella.
-Hablando se entiende la gente, señor cura….
-En eso si que tienes razón, porque así sucede casi siempre.
-Más ¡dígame su merced!, y perdone, ¿Qué edad tiene la tal potrilla?
-Mira, no lo sé exactamente, pero de potrilla nada, porque es una potra hecha y derecha y ¡bien hermosa!, por cierto.