Y como en León, todo es distinto... porque así somos, leemos tambien este artículo:, "Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

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HISTORIAS DEL REINO

Silvia Clemente y los camellos

MARGARITA TORRES 10/09/2012

La consejera Silvia Clemente ha impulsado la ganadería de Castilla y León con una notable medida que ya ha acaparado medios nacionales, algún telediario y rechuflas diversas. El pasado martes 21 de agosto del 2012, el Boletín Oficial de Castilla y León estableció las bases de la convocatoria de ayudas y subvenciones destinadas al fomento de las razas ganaderas autóctonas. Pero hete aquí que doña Silvia, lejos de validar la producción de lácteo o carne de Castilla o de León con bichos de DNI autonómico, como hace el resto de las taifas nacionales, apoya decidida a una especie en peligro de extinción: el camello canario. Mira que la chica podía acariciar los lomos del camello indígena, que haberlos, haylos, o, incluso, ya que la han pillado los periodistas con esta salida de pata de mamífero artiodáctilo, disimular y justificar su error, pero encima la chica insiste

Digo yo, por salvarle un poco el pescuezo, que todo nazca de sus años de consejera de Cultura, pues en la iglesia soriana de San Baudelio de Berlanga, tesoro de nuestro patrimonio, hubo en tiempos pintura mural con dromedario incluido, léase camello de una joroba. Quizás, recordó que pudo hacer más por el bicho, hoy en destino nacido hijo del expolio, cuando decidió invertir millones en la espada falsa del Cid Campeador mientras robaban los capiteles de Quintanilla de las Viñas o se caía el patrimonio leonés. Puede que aquel dromedario quedase para siempre en su memoria y, desde entonces, como los fantasmas de los sueños, la haya perseguido hasta convertir a su primo el canario en objeto de subvención salvadora de conciencias. Pues nada: que tiembles las vacas, que llega el camello y su pariente.

Dicen que un solo bicho sacrificado proporciona algo más de quinientos kilos de carne baja en grasa, afirman que los marroquíes y los árabes guardan recetas ancestrales sabrosonas que podrían, ya puestos, convertirse en autóctonas de nuestra cocina también. Así, quien antes degustase el cochinillo segoviano, el cocido maragato, la morcilla de Burgos o las alubias de La Bañeza, ahora podrá sumar el Civet de Dromedario con falso briouat, o Tayyin de Camello a lo tierra de sabor del desierto.

Supongo que, conocedores de la buena nueva, los agricultores que denuncian a Clemente por poner en riesgo de cierre la azucarera de La Bañeza, al suprimirse la ayuda al cultivo, los ganaderos que han visto cómo hemos perdido un millón de cabezas de ovino en el último lustro, o quienes reciben por su litro de leche hasta siete céntimos menos que en el resto de España, todos ellos hayan acogido con los brazos abiertos al cuadrúpedo del desierto en peligro de extinción. De la desastrosa situación de la ganadería y la agricultura en esta tierra seguro que, al final, la culpa la tendrá el camello. Al tiempo.