CRESPO:...

CRESPO:

-Álzate Isabel del suelo;
no, no estés más de rodillas;
que a no haber estos sucesos
que atormenten o aflijan,
ociosas fueran las penas,
sin estimación las dichas.

Para los hombres se hicieron,
y es menester que se impriman
con valor dentro del pecho.
Isabel vamos aprisa;
demos la vuelta a mi casa,
que este muchacho peligra,
y hemos menester hacer
diligencias exquisitas
por saber de él y ponerle
en salvo.

ISABEL:

-Fortuna mía,
o mucha cordura,
o mucha cautela es ésta.

CRESPO:

-Camina.
¡Vive Dios, que si la fuerza
y necesidad precisa
de curarse hizo volver
al Capitán a la villa,
que pienso que le esté bien
de morirse de esa herida,
por excusarse de otra
y otras mil!, que el ansia mía
no ha de parar hasta darle muerte.
¡Ea, vamos hija,
a nuestra casa!