BASILIO:...

BASILIO:

Estos leo tan veloz,
que con mi espíritu sigo
sus rápidos movimientos
por rumbos y por caminos,
! Pluguiera el cielo, primero
que mi ingenio hubiera sido
de sus márgenes comento,
y de sus hojas registro,
hubiera sido mi vida
el primer desperdicio
de sus iras y que en ellas
mi tragedia hubiera sido,
porque de los infeciles
aun el mérito es cuchillo,
que a quien le daña el saber,
homicida es de sí mismo!
Dígalo yo, aunque mejor
lo dirán sucesos míos
para cuya admiración
otra vez silencio os pido.
Es Clorilene, mí esposa,
tuve un infelice hijo,
en cuyo parto los cielos
se agotaron los prodigios.
Antes que a la luz hermosa
le diese el sepulcro vivo
de un vientre (Ap. porque el nacer
y el morir son parecidos),
su madre infinitas veces,
entre ideas y deliríos
del sueño vio que rompía
sus entrañas, atrevido,
un mostruo en forma de hombre,
y, entre su sangre teñido,
la daba muerte, naciendo
vibora humana del siglo.
LLegó de su parto el día,
y los presagios cumplidos
(Ap. porque tarde son
mentirosos los impíos),
nació en horóscopo tal,
que el sol, en su sangre tinto,
entraba sañudamente
con la luna en desafío;
y siendo valla la tierra,
los dos faroles divinos
a luz entera luchaban
ya que no a brazo partido.