CROTALDO:...

CROTALDO:

-! Escucha, aguarda, detente!
¿Qué confuso laberinto
es éste, donde no puede
hallar la razón el hilo?
Mi honor es el agraviado,
poderoso el enemigo,
yo vasallo, ella mujer:
descubra el cielo el camino;
aunque no se si podrá,
cuando en tan confuso abismo
es todo el cielo un presagio
y es todo el mundo un prodigio.

(fin de la octava escena y de la Primera Jornada.)