ESCENA VI...

ESCENA VI

BASILIO, SEGISMUNDO, CLARIN y criados

BASILIO:
¡Qué ha sido esto?

SEGISMUNDO:
Nada ha sido.
A un hombre, que me ha cansado,
deste balcón he arrojado.

CLARÍN:
(aparte a Segismundo)
Que es el Rey está advertido.

BASILIO:
¿Tan presto una vida cuesta
tu venida al primer día?

SEGISMUNDO:
Díjome que no podía
hacerse, y gané la apuesta.

BASILIO:
pésame mucho que cuando,
príncipe, a verte he venido,
pensando hallarte advertido,
de hados y estrellas triunfando,
con tanto rigor te vea,
y que la primera acción
que has hecho en esta ocasión
un grave homicidio sea.
¿Con qué amor llegar podré
a darte ahora mis brazos,
si de tus soberbios lazos,
que están enseñados sé
a dar muerte? ¿quién legó
a ver desnudo el puñal
que dio una herida mortal,
que no temiese? ¿quién vio
sangriento el lugar, adonde
a otro hombre le dieron muerte,
que no sienta? que el más fuerte
a su natural responde.
Yo así, que en tus brazos miro
desta muerte el instrumento,
y miro el lugar sangriento,
de tus brazos me retiro;
y aunque en amorosos lazos
ceñir tu cuello pensé,
sin ellos me volveré,
que tengo miedo a tus brazos.

SEGISMUNDO:

Sin ellos me podré estar
como me he estado hasta aquí,
que un padre que contra mí
tanto rigor sabe usar,
que su condicción ingrata
de su lado me desvía,
como a una fiera me cría,
y como a un mostruo me trata
y mi muerte solicita,
de poca importancia fue
que los brazos no me dé,
cuando el ser de hombre me quita.

BASILIO:
Al cielo y a Dios pluguiera
que a dártele no llegara;
pues ni voz escuchara,
ni tu atrevimiento viera.

SEGISMUNDO:
Si no me le hubieras dado,
no mequejara de ti;
pero una vez dado, sí,
por habérmele quitado;
pues aunque el dar la acción es
más noble y más singular,
es mayor bajeza el dar
para quitarlo después.

basilio:
! Bien me agradeces el verte
de un humilde y pobre preso,
principe ya!

SEGISUNDO:
Pues en eso
¿qué tengo que agradecerte?
tirano de mi albedrío,
si viejo y caduco estás,
¿muriéndote, qué me das?
¿Dasme más de lo que es mío?
mi padre eres y mi Rey;
luego toda esta grandeza
me da la naturaleza
por derecho de su ley,
luego aunque esté en tal estado,
obligado no te quedo,
y pedirte cuentas puedo
del tiempo que me has quitado,
libertad, vida y honor;
y así agradéceme a mí
que yo no cobre de tí
pues eres tú mi deudor.

BASILIO:
Bárbaro eres y atrevido
cumplió su palabra el cielo;
y así, para él mismo apelo,
soberbio y desvanecido.
Y aunque sepas ya quien eres,
y desengañado estés,
y aunque en un lugar te ves
donde a todos te prefieres,
mira bien lo que te advierto,
que seas humilde y blando,
porque quizá estás soñando,
aunque ves que estás despierto.
(se marcha)

SEGISMUNDO:
¿Que quizá soñando estoy,
aunque despierto me veo?
No sueño, pues toco y creo
lo que he sido y lo que soy.
Y aunque ahora te arrepientas,
poco remedio tendrás;
sé quien soy, y no podrás,
aunque suspires y sientas,
quitarme el haber nacido
desta corona heredero;
y si me viste primero
a las prisiones rendido,
fue porque ignoré quién era;
pero ya informado estoy
un compuesto de hombre y fiera.