Indio,...

Indio,

siento mucho que mi actitud te parezca chulesca, de verás. Aquí cada palo aguanta su vela. Quizá mi forma de decir las cosas da esa sensación, pero yo no me percato de ello. Es algo así como al que le gusta mucho el fútbol y siempre está dando la murga a los demás con el dichoso fútbol.

En fin, la procesión va por dentro y todos tenemos nuestro corazoncito en nuestro armario.

Te he contado todas esas cosas de mí porque veo que eres mu rajao, como se suelle decir por estas tierras, y en seguida entras a los señuelos. No obstante, estoy seguro que debes ser BUENA GENTE. Te falta un cierto pulimento, pero más vale así a estar tan limpito como esos que se lo han llevado crudo y encima, ahora, quieren que los demás paguemos el desastre al que nos han llevado.

Respecto a lo de trabajar, cada uno tenemos nuestra experiencia. Mi padre, que fue un trabajador empedernido, solía decirme que trabajo siempre había. Cuando me llevaba al campo y me ponía alguna tarea, yo iba, después de terminarla, y le decía: "Ya he terminado, ¿ahora qué?", y el me soltaba su frase demoledora: "Ahora te pones y haces esto, luego lo otro, etc. etc. etc."

Con los años, he llegado a la conclusión de que tenía razón, el que no trabaja es porque no quiere. En el campo, y tú lo sabrás por experiencia, siempre hay alqo pendiente de hacer. Cuando no limpiar hierba, llevar piedras. Si no hay piedras, regar plantas. Si las plantas están regadas, recortar parrales,... Es el cuento de nunca acabar.

Y cuando me dicen que no tienen tierras para trabajar, yo les respondo que se las busquen. Mi padre no tuvo ni un terrón donde pisar, desde que era pequeño. Se buscó la vida arrendando tierras, compartiendo las bestias para trabajar, y cuando murío había conseguido un patrimonio de más de 5000 olivos.

Todo a base de juntar sudor con sudor. Todo lo que consiguió se lo afanó con sus brazos y trabajando como una bestia.

Lógicamente, a mí no me gustaba la vida de mi padre, pero dejó en mí el sello y la convicción de que las cosas son lo que nosotros queremos que sean.

Yo cuando voy al campo veo trabajo por todas partes. Sacrificio, también, pero trabajo a punta pala. El trabajo está ahí, no huye, somos las personas las que huimos de él.

Desde mi propia perspectiva, y viendo las cosas de una forma más con los tiempos que corren que desde los tiempos pasados en los que vivió mi progenitor, yo creo que en la sociedad actual se han perdido algunos valores respecto al trabajo que nuestros padres tuvieron la suerte o la desgracia de vivir.

Los jóvenes actuales son más hedonistas que los de mi juventud, son más sofisticados. Los avances tecnológicos nos han traído a la generación del iPad, colgados todo el santo día a la pantallita. ¿Qué trabajo le interesa a criaturas de este estilo?

Estos no se plantean ni remotamente pasarse el día quitando chupones en un olivar. Para ellos, estar separados más de diez minutos de su iPad es un trauma. No hay vida sin iPad. ¡Y vaya si la hay!, ¡Mucha!

Pero esa vida es para los sudacas, los rumanos,....

Tenemos muchos eslóganes, y algunos son un reflejo perfecto de nuestro modo de vivir:

"El campo para quien lo trabaja". ¡Eso, eso!, dirán los del iPad.
Y me pregunto yo: ¿Y el mar, para quén es?, ¿para el pescador o para los que se lo pasan chachi piruli de vacaciones?

"Trabajo para todos", menos para los liberados sindicales, que deberían ser los que más se esforzasen por trabajar codo a codo con sus compañeros.

Ahora han encontrado los lumbreras de la derecha una solución a la bajada de los salarios: el pluriempleo. Ya no habrá incompatibilidades, si se gana poco como limpiabotas, te pluriempleas de limpiacristales, o limpiador de parabrisas en un semáforo, o limpiando cunetas en las carreteras,... Y conseguirás sueldos astronómicos.

Lo malo es que con 25 millones de trabajadores infrapagados, pueden faltar semáforos, carreteras, y hasta botas.

En fin, corto la cháchara.

Saludos CHULESCOS.