LA ALONDRA Y LA VEGA, Burgos

LA ALONDRA Y LA VEGA

Con el alba nuevo
despertó la alondra
sacudiendo sus alas
de plumaje bello;
quitando la escarcha,
fría de su cuerpo
y escuchando la brisa
que entonaba el viento.

Decidió en los aires
remontar su vuelo.
Voló, voló, voló.
Cuando ya cansada
decidió bajar,
encontró un bello campo,
casi un mar infinito
de ondulantes y verdes olas,
de encendidas y rojas amapolas,
saturado de belleza simpar.

Y la bella alondra
se dispuso a descansar
mientras esos campos se tornaban
en campos de dorados trigos,
ya por el tiempo sazonados
que se poblaron de hermosos cantos
y de una inmensa y gran paz.