CARTA AL DIRECTOR:
RASCANDO EUROS
Estaba un poco aburrida y es que el trabajo de ama de casa, tan repetitivo, tan desagradecido, me produce algo de alergia. Todo cambió con el euro. Traducir de pesetas a euros, eso sí, bolígrafo en mano, con tantos folletos como circulan por ahí. Y así venga hacer numeritos.
Que si compras una barra de pan, que si te tomas un café, te lees un libro y si se te funde la bombilla, la cambias. Otro día ese jersey verde que la verdad para el próximo invierno, que ya estamos muy aburridos de tanto cuello alto.
Se nota que los precios están redondeados y tengan en cuenta los comerciantes que las amas de casa desde que rascamos euros vamos a estar al loro y no perdonaremos los céntimos como ocurre ahora con la mini peseta.
Lo mejor de todo es que al rellenar la tarjeta, después de lo bien que lo hemos pasado haciendo cada día numeritos, nos esperará dinero contante y sonante o algún regalazo, una televisión, por ejemplo para dedicarnos a ver el GRAN HERMANO. Ni de coña.
Si no tenemos suerte, el premio de consolación- menos da una piedra- el pasar el tiempo rascando euros, y nos habremos librado de la telepesadilla, esa basura inconcreta.
C. García
RASCANDO EUROS
Estaba un poco aburrida y es que el trabajo de ama de casa, tan repetitivo, tan desagradecido, me produce algo de alergia. Todo cambió con el euro. Traducir de pesetas a euros, eso sí, bolígrafo en mano, con tantos folletos como circulan por ahí. Y así venga hacer numeritos.
Que si compras una barra de pan, que si te tomas un café, te lees un libro y si se te funde la bombilla, la cambias. Otro día ese jersey verde que la verdad para el próximo invierno, que ya estamos muy aburridos de tanto cuello alto.
Se nota que los precios están redondeados y tengan en cuenta los comerciantes que las amas de casa desde que rascamos euros vamos a estar al loro y no perdonaremos los céntimos como ocurre ahora con la mini peseta.
Lo mejor de todo es que al rellenar la tarjeta, después de lo bien que lo hemos pasado haciendo cada día numeritos, nos esperará dinero contante y sonante o algún regalazo, una televisión, por ejemplo para dedicarnos a ver el GRAN HERMANO. Ni de coña.
Si no tenemos suerte, el premio de consolación- menos da una piedra- el pasar el tiempo rascando euros, y nos habremos librado de la telepesadilla, esa basura inconcreta.
C. García