Mari. Conmigo no hay problema, lo sé. Tú y yo nos hemos...

Mari. Conmigo no hay problema, lo sé. Tú y yo nos hemos corregido sin malicia. Recuerdo un laísmo (mío) que me corregiste, no porque no lo supiera, sino porque no me fijé.

También te contesto con amabilidad.

Tus últimas palabras si fueran de verdad... menuda HORTERADA, impropio de una mujer educada.