OPINIÓN....

OPINIÓN.

EDITORIALES - TRIBUNAS.

OKDIARIO.

ACTUALIZADO: 05/10/2021 06:50.

Al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, no le gusta que la gente que asiste a los actos oficiales que él preside le exprese su malestar por su gestión con una pitada, como ocurrió el pasado domingo en Córdoba durante el acto de celebración de la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil. El equipo de Marlaska culpa al Instituto Armado por haber colocado al público muy cerca de la tribuna de autoridades. Es decir, los quiere lejos y advierte de que si no se cumple su deseo no repetirá en este tipo de actos.

El colmo de la hipocresía es que ante los medios de comunicación Marlaska calificó la pitada del fin de semana de «pequeña anécdota del día», pero cuando las cámaras se fueron, el ministro no ocultó su malestar. Cómo será que su Gabinete trasladó a la Dirección General de la Guardia Civil la indignación del ministro por haber organizado el acto de tal forma que se hayan propiciado los abucheos. Es decir, lo que Marlaska calificó de «pequeña anécdota» ha provocado un pequeño terremoto, hasta el punto de que su equipo ha trasmitido que no participará en actos de tipo policial que se desarrollen en la vía pública y con público civil. Sólo irá a aquéllos que se encuentren protegidos por unas instalaciones de la Guardia Civil, como en un patio de un cuartel, donde todo el personal asistente ha sido previamente acreditado y el riesgo de ser objeto de pitadas es prácticamente inexistente.

Marlaska culpa a la Guardia Civil de colocar en el acto de Córdoba las tribunas de autoridades cerca de la zona donde se encontraba el público civil que no tenía invitación y no estaba alojado en alguna de las tribunas de invitados. Y, puertas adentro, le culpa de acudir a «armar bronca». El personaje es así: se sabía que el arrojo no era su fuerte, pero ahora lo ha dejado meridianamente claro. Y encima, cobarde.