LA GUZZI...

LA GUZZI

La primera moto que yo conocí, en 1950, fue la Guzzi de 65cc y se la compró un amigo de mi padre, D. José Peña, que era practicante y que era el dueño de la bicicleta que mi padre me compró a mi cuando este amigo suyo se compró la moto.

Hoy día estos vehículos tienen un gran valor en el mercado de coleccionistas de vehículos antiguos su precio suele oscilar, según modelo y estado de conservación entre 1500 y 8000 €.

Era esta moto una especie de bicicleta, por su forma, con motor, aunque un poco más fuerte y más robusta que una bicicleta convencional. Eran de color rojo, con las llantas, el manillar y los radios cromados con exquisita terminación y tenían un cambio manual adosado al depósito de la gasolina que iba delante del conductor. Una preciosidad de vehículo cuyo motor sonaba muy bien y de forma muy característica, no alcanzaba grandes velocidades y en aquella época era un lujo poder montar una Guzzi Hispania.

El origen de la patente era italiano y fue un italiano de origen judío que se exilió a Barcelona, llamado Óscar Vará quien consiguió permiso para fabricarlas en Barcelona donde tuvo un grandioso éxito llegando a fabricar 100000 unidades anuales que eran vendidas en España y en otros países su precio el modelo 65cc valía entonces 15.000 ptas que era una cantidad bastante grande para aquella época.

La verdad es que en esto nos pasó como en los coches que los italianos nos vendieron la patente y la Seat empezó a fabricar el Seat 600. La verdad es que nosotros no somos tontos pero los italianos deben ser más espabilados que nosotros porque ellos inventan y nosotros les copiamos Así no vamos a ninguna parte. Está pasando hace mucho tiempo también con el aceite de oliva. Nosotros somos los mayores productores de aceite del mundo y ellos los que se llevan nuestro aceite, y últimamente hasta nos van a comprar todas nuestras fábricas, para ponerle ellos su etiqueta y venderlo en el mercado internacional como aceite de oliva italiano.

Volviendo a la moto y contestando a lo que Belén me preguntó un día yo tengo en casa una de esas motos. Es cierto que estuvo mucho tiempo colgada del techo de la nave donde yo tenía mi negocio y he de decir que no es mía sino de mi cuñado Luis, hermano de mi esposa que es un aficionado a las antigüedades. El la compró y la reparó para que pudiera utilizarse, le pasó la ITV y no piensa venderla, pero la verdad es que merece la pena ver aquella joya del 1950 que desde luego hoy también sigue siendo un objeto de interés por su antigüedad y por lo que representa.