DIALOGO DE BESUGOS (Una anécdota graciosa y real)....

DIALOGO DE BESUGOS (Una anécdota graciosa y real).
Tengo aquí ahora dos nietecitos míos, una de 6 y otro de 3 años. Cuándo vienes del paseo y entran a casa el pequeño me dice: hola Manolillo, y yo después de mondarme de risa me acordé de esta anécdota que es muy graciosa y muy auténtica-
Eran los años sesenta, mi pueblo 4.000 habitantes, la calma chicha de aquellos tiempos en los que todavía había muchas reminiscencias de aquella absurda, cruenta, vergonzosa e intolerable Guerra Civil. Un día de invierno, a las dos de la tarde en el bar El Gallo Rojo propiedad de Antonio Espinosa (el Pollo), frente al Casino del Progreso en Fuensanta (Jaén).
Era un día soleado, invernal pero de esos que te recuerdan a la próxima estación meteorológica, por su bonanza y por su tranquilidad. Un señorito, de los de entonces, vecino de Martos y uno de los hijos del vizconde Contreras, llamado D. Manuel. por el título nobiliario no por sus títulos universitarios, se había desplazado a Fuensanta para tomar unas copas en el bar de su amigo Antonio Espinosa conduciendo su brillante Renault Dauphine que era el último modelo de Reanault en aquellos momentos.
Hay que decir en su favor que Manuel Contreras era un hombre muy campechano, muy simpático y muy afable que le gustaba relacionarse con todo el mundo.
Sucedió que cuando entró al bar había allí un muchacho de Martos que tenía novia en Fuensanta y había ido allí a visitarla- Como no tenia coche ni vehículo para volver a Martos estaba en el bar esperando a alguien que fuera a Martos y quisiera llevarlo con él. Cuando vio a D. Manuel, como lo conocía vio el cielo abierto y se dijo, ya tengo combinación.
Teniendo en cuenta que el personaje era un noble se acercó a él con todo respeto y reverencia y le pidió, amablemente, que si podía llevarlo en su coche a Martos. El Sr Contreras le atendió muy bien y le dijo; no te preocupes muchacho que te vienes conmigo.
Pero el tiempo pasaba y se ve que D. Manuel estaba muy a gusto allí y una copa tras otra no le permitían terminar la ligada y aquello se hacía eterno.
El muchacho tomando copas también, frente a él al extremo de la barra, le dijo por primera vez: Señor don Manuel, cuando nos vamos. Y Contreras le contestó, no te preocupes chico que pronto nos iremos. Pasa una hora, las copas empiezan a hace su efecto y el chico le dice al señorito, olvidándose del trato respetuoso: Oye Manolo vámonos ya, que vos estamos pasando. Tranquilo chaval ya pronto nos vamos. A la hora después el marteño se acerca a Contreras, le echa el brazo por encima y le dice más obligando que pidiendo: Manolillo vámonos ya que estamos los dos borrachos y esto se acabó. Y entonces D. Manuel, Manolo y Manolillo le hace caso al viajero, se montan los dos en el coche y se van para Martos donde gracias a Dios llegaron, como una cuba, pero sanos y salvos.