EL CHACHO DIABLO...

EL CHACHO DIABLO
Para los que no sean de nuestro pueblo es bueno aclararles que para los fuensanteños la palabra Chacho es sinónimo de tito o de tío que es un nombre familiar que se le da a los hermanos o primos de nuestros padres o nuestras madres. Y en sentido más amplio este nombre se le asigna también a cualquier persona querida y relacionada con nuestra familia.
Pues bien, existía en Fuensanta un personaje muy carismático, muy popular, muy gracioso en su lenguaje y en sus gestos, que se conocía con el apodo de “El Chacho Diablo”. Era un hombre del campo, tenia varios hijo e hijas, y era muy querido por todo el pueblo.
Era un buen ciudadano pero como nadie es perfecto, el Chacho Diablo tenía un defectillo, que le gustaba demasiado empinar el codo y, entre el anís primero y los vasos de vino después,, raro era el día que no la pillaba y recorría las calles del pueblo luciendo su borrachera. Esto era todo un espectáculo porque como el Chacho era un hombre muy alto, delgado, muy simpático y muy querido, él no se metía con nadie cuando se ponía contento se iba tambaleando de un lado a otro de la calle dando la impresión de que se iba a caer pero lo que sucedía es que se doblaba como un junco y luego se incorporaba a su posición inicial sin que sucediera nada. Él iba hablando y bromeando con todo el que encontraba y la gente le correspondía con cariño y con afecto.
Hay una anécdota muy graciosa de este Sr. y es que un día se puso enfermo, tuvo un catarro muy grande y su señora lo llevó a Jaén a que lo viera aquel doctor tan famoso que se llamaba don Fermín Palma, que tenía una clínica en la plaza de los Jardinillos y que posteriormente un hijo suyo, también con el mismo nombre la estuvo dirigiendo.
Pues se van a la clínica de D. Fermín, el médico lo tumba en una camilla empieza a auscultarlo y sale a la otra habitación donde estaba su despacho y la Sra. del Chacho Diablo que aprovechó la ocasión para decirle al médico: Don Fermín este hombre lo que tiene es que bebe mucho a ver si puede Vd. decirle que se quite de beber y a Vd. le hace caso. En su cama el chacho estaba oyendo perfectamente lo que su mujer decía. Y Don Fermín le contesta a ella, mire con la edad que tiene su marido, casi ochenta años, como le voy yo a dar ese disgusto, que beba todo cuanto quiera. Y el Chacho desde dentro no pudo ocultar su alegría y su satisfacción y con gran fuerza se le oyó decir; "Viva D. Fermín Palma”.
Decidme vosotros si no fue graciosa la ocurrencia de aquel hombre que veía garantizada por toda una eminencia que la bebida no era la causa de sus problemas. Así era aquel hombre, así suelen ser de despabilados todos los de mi pueblo