ESE CRISTO DEL PERDÓN LASECANO...

ESE CRISTO DEL PERDÓN LASECANO
En mi juventud lasecana fui cargando con sus andas, no fue juventud profana ni quiero soñar andadas. Era el viernes por la tarde cuando vivimos calvario, era no pasar en balde sabiendo nuestro salario. Aquel Cristo del Perdón, que nos hizo ser mayores, hoy siento que fue razón para vivir los amores. Las andas sobre los hombres de amigos de la niñez, hoy que recuerdo los nombres no quisiera padecer. La procesión en silencio, eran tiempos de penumbras, nadie quiso ser un necio cuando las penas se alumbran. Las voces del miserere que cantaban mis mayores eran ecos de placeres en el viernes de dolores. Cristo nos fue perdonando al ver compartir su Cruz, es algo que fue calando en perfecta plenitud. Calles que fuimos pasando entre luces de faroles, el viento vino dejando aquel mundo de colores. Juventud que se alejaba lejos de la tierra mía, sobre sus huellas marcaba consejos de la armonía. Han pasado muchos años, se volaron muchos días, fuimos conociendo daños entre muchas fantasías. Semana Santa en La Seca eran huellas de agonía, nadie tocaba la tecla de soñar con alegría. La carraca fue llamando a todas horas del día, sus ecos fueron clamando para lograr armonía. Jesucristo castigado por ser verdad de esta vida, el tiempo sigue obligado a nombrar la fe perdida. Lasecanos del silencio, con sus serias despedidas, nadie quiso poner precio aquellas huellas erguidas. Los vientos son favorables para recordar las fiestas, que fueron tan amigables que nunca las noté cuestas. No quiero borrar mis huellas, ni sentirme marginado, cuando miró las estrellas no me siento abandonado. Semana Santa soñando con un mundo de razones, lo que Cristo fue pasando no nos dejo confusiones. G X Cantalapiedra. A LA MEMORIA DE MI MADRE, PAULINA GOMÉZ CANTALAPIEDRA.