MAYO Y SUS AMAPOLAS...

MAYO Y SUS AMAPOLAS
Recuerdos de mayo florido, de mi infancia castellana, donde las amapolas brillaban sobre los cereales empezando a espigar. Las nubes cuando venían oscuras y cargadas de lluvia, era como si fuera un regalo para aquellos labradores que soñaban con ver los granos sobre las eras, y las viñas esperando que lloviera sin tormenta, ya que las enfermedades del oídio y mildéu con esas aguas de tormenta aumentaban sus daños, era el mes de mayo florido y hermoso, hasta los animales se ponían más gozosos, la juventud vivía esperando ser feliz, en esos veranos largos de secano, donde se trabajaba todos los días, eran dos meses constantes de vivir esa época de recolección de cosecha de cereales, donde se empezaba segando las algarrobas y avezas, y se seguía con la cebada y trigo, entre medias la avena y al final el centeno y los garbanzos. Eran tiempos de pasar muchas horas en las eras, donde los trillos hacían su función de poder pasar después por las maquinas aventadoras, esas cosechas que se esperaban en mayo. El verano se empezaba vivir a finales de junio, cuando los trigos espigaban y se secaban, cuando las aradas de mayo en los majuelos eran el futuro de las viñas, Mayo había dejado todo preparado para seguir las gente de la agricultura su marcha, incluso la remolacha azucarera se había arreglado para verla crecer, y la alfalfa se había segado sin problemas, incluso en el verano cada 25, días un corte, era un mirar hacia el cielo para que el tiempo acompañara. Mayo las amapolas crecían hasta en los linderones, y entre los trigales se notaba a veces su brillo rojo. Era ese mes florido, donde los rosales que existían en huertas y corrales particulares florecían con su belleza habitual, los días con luz eran largos, y los jovenes podíamos estar comiendo pipas y escuchando historias en aquel famoso. Rincón de Don Pedro, hoy día Mesón El Límite. Mi memoria no me falla de momento, pero puedo decir libremente que para mí fue una época buena, aunque tuviera que trabajar desde niño en el campo, las ilusiones estaban siempre despiertas, y las ganas de vivir eran parte de aquella vida en La Seca. G X Cantalapiedra.