Lú: ...

Quiero matizar que era un juego más de los muchos que teníamos. No era una fiesta. No había caramelos ni dulces y en nuestras casas nada de celebraciones. Era un día más como otro, solo que en vez de jugar por el pueblo nos íbamos todos juntos al cementerio contando encima historias para no dormir y os puedo asegurar que llegábamos al pueblo con los pelos de punta y muertos de miedo y de risa, a la vez. Mirábamos y nadie nos perseguía, así que emprendíamos el camino a casa como si nos hubiésemos librado del purgatorio de los muertos vivientes.

Hola Carmen, estoy sacando la conclusión, que ese juego era un poco parecido a las películas de Hallowen, esperimentar el miedo al final yo creo que es lo que se busca en esa fiesta.. aúnque ahora en vez de miedo se parten de risa.

saludos

Lú:
entonces el miedo era muy real pues ya me dirás que ir a un cementerio por la noche... Veníamos temblando de miedo por el camino y solo nos reíamos al final. Éramos niños y nos creíamos hasta lo que no veíamos porque eran los mayores quienes nos llevaban. Una especie de tradición parecida a los reyes mayos en que los niños se lo creen todo y siempre hay quien aún no creyéndolo, lo representa.
Pero no teníamos idea de que Hallowen existiera. En casa nunca te hablaban de ello y solo era entre los niños. Los mayores no estaban para fiestas pues el trabajo era muy duro tanto el del padre como el de la madre que con cuidar de todos nosotros ya tenían bastante. Nosotros nos divertíamos por nuestra cuenta. Y la verdad es que lo pasábamos muy bien.