AQUEL PASTOR NO QUERIA SABER NADA...

AQUEL PASTOR NO QUERIA SABER NADA
Sin querer saber de nada, andaba por los eriales, con sus ovejas pastaba de las formas más normales. Eran tierras de cereales entre enebros medio enanos, en sus palabras fatales nunca nos habló de hermanos. Pastor con sombras perdidas que arrastraba por los campos, en sus jornadas sentidas nunca quiso lanzar llantos. Supo de ovejas merinas, a la vez de algunas cabras, pastoreando en colinas quiso recitar palabras. Sobre los campos de Soria que Machado le enseñara, solo quedó en su memoria alguna frase buscada. Pastor de campo y encinas, de borregas enlanadas, de pisar en las colinas donde brillan las zancadas. Con un bastón y el rebaño se pasaba la jornada, pensando de en año en año, quien su vida la encantada. Pastor de largos caminos, pastor de vida olvidada, hombre que sabe su signos en la noche destemplada. Sin el virus importarle que a su gente la enterraba, el solo sabe mirarle como la vida le daba. Cada día recorriendo lugares sin importancia, donde sus pies van sintiendo alguna penumbra rancia. Algún vecino comenta en la fría madrugada, que esta peste les aumenta a los de la edad anciana. El pastor ya ni se inmuta, la muerte no le acompaña, dicen que su fuerza bruta no recorre la montaña. Pobre pastor olvidado, que recorre las cañadas, dice sentirse salvado de esta peste con andadas. El pastor sigue en su campo de las tierras castellanas, no quiere saber de llanto ni de desgracias sorianas. La noche le va envolviendo, ya no escucha la campana, sabe que siguen muriendo de esta peste tan insana. Pastor y ovejas caminan por las más tensas mañanas, y en sus tardes determinan buscar las viejas besanas. Llueva sobre las veredas de sus bonitas cañadas, y ve las lluvias de sedas que parecen anheladas. Nada sabe de esta guerra ni de muertos ni campanas, en su piara se encierra buscando las hierbas sanas. El Pastor sigue camino, vuelve a su tierra sembrada, las cañadas son el signo de veredas olvidadas. Pastor de tierras de Soria, sin esconder sus andadas, sufren al ver su memoria en las tierras despobladas. Un carnero que le acecha y se la tiene jurada, y el pastor sufre una brecha de una maldita arrancada. Los dos en el campo solos, como fiebre encandilada, el carnero ve los lobos, que atacan como manada. Los dos dejan de atacarse, el bastón se vuelve lanza, y los cuernos del carnero son una pura esperanza. Los lobos ven su peligro, la manada esta salvada, los perros siguen ladrando sobre la tierra callada. El peligro de la muerte, lo ha tenido la piara, y el pastor hombre prudente supo darle bien la cara. Cada peste en su momento, dijo con su voz quebrada, hoy quisiera estar contento si el carnero no se enfada. Por los caminos de Soria hoy surgen las alimañas, que son animales fieros que te sacan las entrañas. El pastor vuelve tranquilo. Ya ve de lejos su casa, un colgadizo de encierro que a los lobos les espanta. Perros que ladran el miedo al ver las cosas extrañas, algunos temen enredos si las fieras tienen mañas. Lobos, zorros y culebras en las tierras castellanas, campos en donde las siembras se ven las fincas más sanas. Dejar atrás esas pestes, escuche una voz soriana, que puede ser que nos reste el sudor de la mañana…. G X Cantalapiedra. 18 – 4 – 2020.