Hoy hablando de estas cosas, me viene a la mente un...

Hoy hablando de estas cosas, me viene a la mente un problema real que puso en jaque a la mismísima fábrica de maquinas de imprimir de DUSELFORT Aalemania.
En pleno cambio de la evolución, un par de años antes de la OLIMPIADA, la empresa se lanzó a comprar una máquina competitiva, renovarse o morir. Adquirió por esas fechas una SORM MZ, rápida, silencuiosa, elegante... y por la módica cntidad de 58 millone de peseta.
Después de cinco días de montaje, por fin aquel amasijo de hierro fundido se puso a rodar, recuerdo que para este su primer trabajo, teníamos un encargo de la DIPUTACIÓN, un trabajo aparentemente sencillo, pero de gran tirada.
Sin problemas el primer día, siendo una novedad para nosotros, logramos imprimir en 8 horas la friolera de 160 resmas en papel "martelé", papel agradecido en dos tintas; el júbilo era total, se había mantenido un promedio de 10.000 ejemplares a la hora, lo nunca visto.
vamos al problema: Salió el segundo día un día expléndido, luminoso y un cielo azul de los que se ven pocos en la zona, el ritmo de trabajo continuaba con normalidad, pero.... justo cuando la escolanía de Montserrat cantaba el PIRULAI, a las doce en punto la máquina pierde velocidad y se para, en la pantalla del ordenador marca error pero sin especificar cual. Algún fusible, dijo uno. Le ha fallado una fase comento otro. Aparentemente, la máquina estaba bien, tenia el piloto en verde, todo correcto, pero no funcionaba. A las 12,20 cuando en la radio se acababa el Ángelus, alguien apretó el botón de arranque y... aleluya, la máquina funciona, así pasó el resto del día sin mas problemas.
Al día siguiente, nadie se fiaba de nada, pero la normalidad imperaba en la imprenta, hasta que llegaron los cantos de las niñas de escolanía de Montserrat, al primer son, la máqina se paró de nuevo, y así estuvo otros veinte minutos.
Sería muy largo de explicar lo que pasó al día siguiente, y al otro, y al otro... hasta el taller llegaron técnicos de la bata blanca, los más prestigiosos del ramo, todos en espera de que el reloj marcara las 12. Alguien le está gastando una putada, dijo el jefe de los técnicos. Así estubieron unos 12 ingenieros de la DRUGMACHINE HEYDELBERG durante un largo año, sin salir de su aombro.
La solución del problema, la encontró un aprendiz de 14 años, un día de aquellos que miraba al techo.
Saludos de Pavelo.