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Pues sí, porque la verdad parece haber ido convirtiéndose, para ellos y sus vecinos del primero derecha, en causa de alergia cuando escriben sus consignas y diseñan sus campañas. Mentir es la moneda de cambio con la que alcanzar sus objetivos, y parecen estar dispuestos a seguir engañando a destajo, dejando un rastro infame y sucio en cada acometida, con tal de llenar las urnas de papeletas con su nombre.

La ascensión electoral de algunos de estos hijos de la mentira responde a su capacidad para el trileo, a su habilidad para esconder la bolita en la manga, mientras te quitan la cartera o para arrogarse los éxitos de otros o desentenderse de los problemas que no saben o no quieren resolver.

Se adivina en ocasiones la mano aviesa y sin escrúpulos del ventrílocuo en la sombra, así como la capacidad para diseñar enredos y falacias que acaben siendo electoralmente rentables. Sus diseños de campaña son efecto de un marketing amarillista feroz y están cada vez más lejos de la ideología y de la ética. Sencillamente no encajan la derrota y, cada vez que pierden un comicio, acusan al adversario de ilegitimidad, convirtiendo las legislaturas en un caos o en lo más parecido a un vertedero de falsedades, donde parece ser que les resulta más fácil y cómoda la supervivencia.

El proceso electoral en Castilla-León, último episodio de Rocambole y que también ha sido adelantado usando mentiras como excusa, (no lo digo yo, sino un señor llamado F punto Igea), ha provocado que se pise el acelerador de partículas de los embustes, consiguiendo que el sosiego necesario para el debate desaparezca y que las diferencias amenacen con dirimirse en un ambiente de crispación y pestilencia.

Tengo la sensación de que estos días nos vamos a hartar de ver candidatos inmersos en ambientes porcinos, fotografiándose al lado de pobres vacas y ovejas que no tienen culpa de nada, pero que van a asistir con sorpresa a la extraña presencia de seres con apariencia humana, que se despojan de la corbata para exhibir campechanía, mientras afilan el colmillo electoral.

En honor a la verdad, hay que decir que existen partidos políticos convertidos hace tiempo en inmensas macrogranjas de mentiras, que vierten impunemente sus residuos sobre nuestra democracia. Mentiras y basura servidas en el comedero de unos medios de comunicación a su servicio, pero que consumimos todos, y que están atentando contra nuestra salud democrática.

El sustento sano y frugal de la honestidad y el respeto a la verdad parece haber sido sustituido por la comida basura rápida y tóxica de un discurso falsario, de fácil consumo, pero de pesadísima digestión.>>>>