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NOCHE DE LOBOS

Que triste paisaje
que lóbrego y frió
que oscuro está el cielo
se oyen gemidos,
gemidos del viento
que cruza veloz
como el pensamiento.

Los prados que eran
de verde esmeralda
hoy están cubiertos
con su capa blanca
y el pobre arroyuelo
ya no corre alegre
pues le apresó el hielo.

Allá en la montaña
del risco al abrigo,
aúllan los lobos
de hambre y de frío,
pues hoy los rebaños
como hay tanta nieve
en casa han quedado.

Por eso los lobos
ya desesperados,
feroces y hambrientos
miran al poblado,
y con gran cautela
ya van caminando
hacia la vereda.

Al llegar la noche
se acercan al pueblo
y grita la madre
a sus rapazuelos
que muy diligentes
estaban haciendo
muñecos de nieve.
Entrad para casa,
cerrad bien la puerta,
llamada al perrito,
trancad las ovejas,
ya está todo hecho,
¡gracias a dios!
dice suspirando
que tenemos techo
donde cobijarnos.

Guadalupe López Diez