LAS GALLINAS DE MI ABUELA, La Poesía

LAS GALLINAS DE MI ABUELA

Las gallinas de la abuela
paseaban por la calle,
así estaban todo el día
de la mañana a la tarde.

Eran buenas ponedoras
ponían todos los días,
¡Los huevos eran muy blancos,
la yema muy amarilla!

Y tenían un sabor
tanto fritos o en tortilla,
con ese aceite serrano
¡Hay madre, que maravilla!

Llegando el oscurecer
mi abuela las encerraba,
pero siempre, mire usted,
ella, una a una, las contaba.

Al terminar de contar
no le salían las cuentas,
y me decía gritando
niña, busca esa que no entra.

Y faltaba la más guapa
la gallina Turuleta,
la que conquistaba al gallo
por ser ella muy coqueta,

¡Que la Turuleta falta
que no se cierre la puerta!
porque si se queda fuera
esta noche estará muerta.

Pues esa zorra granuja,
ya le tiene echado el ojo,
ya la espanté la otra noche
y la mato, si la cojo.

Pero es más viva que yo,
corriendo salió por patas,
y yo no pude alcanzarla
se me salió una Alpargata.

No parando hasta la fuente,
y al ver que yo no seguía
se bevió un buen trago de agua
y después se relamía.

Yo creo que ya pensaba
tenerla entre los colmillos,
y como esta noche vuelva
yo, la mato si la pillo.

¡Apareció Turuleta!
estaba acurrucadita,
en la cuadra la vecina
temblando la pobrecita.

Esta, mañana no pone
por el susto que ha pasado,
la consolará su gallo
que lo tiene enamorado.
Pa. Sa. Ma.