¡Qui hay gatos encerrados y muuyllan, y arañas! Pero...

La luna salió descalza
a vigilar los caminos
con bufanda algodonada
y luces de llanto y trigo.
Con el miedo de las sombras
se metió entre los olivos,
y un olivar plateado
mandó sus sombras al río.
- ¡Niño, deja de mirarme,
que esa canela de lirios
aprieta tarde mis sienes
en las luces del olvido!
- No puedo, luna. Tú sabes
que el ocaso es mi delirio
y mi corazón se torna
con la plata dulce y frío.
Y la luna se marchó
con tristeza de mendigo,
mientras un viento de luz
desnudaba los olivos.

La luna estaba mirandose
en los espejos del rio.
Tenia los cabellos cortos
y el pantalon humedecido.
Un gato que estaba paseando
por los aleros del tejado
dijo. ¡Miau: Yo no hecido el culpable
de lo sucedido! y se marcho por
donde habia venido.

... Si el sabio no aplaude, malo; / si el necio aplaude, peor.

¡Qui hay gatos encerrados y muuyllan, y arañas! Pero la vida es corta y ¡Aqui no pasa nada!