OFRENDA...

OFRENDA

¡OH! Permíteme, cándida niña,
peregrina doncellas del rostro
sonrosado y gentil
que te ofrezca con frases sencillas
un manojo de rosas fragantes
y flores de abril.

Porque tienes los ojos ingenuos
y hay en ellos fugaces relámpagos
y promesas de amor
porque tienes las manos tan blancas
como lánguidos lirios marchitos
por extraño dolor.

Porque tienes misterio en la frente
porque tienes los labios de perfumado
y escarlata coral
porque saben de besos intensos
en la paz complacida y poética
de un jardín forestal.

Porque sueñas con locas caricias:
porque sientes intensos deseos
porque sabes llorar,
porque escuchas las tristes sonatas
porque miras el cielo sereno:
porque miras el mar.

Porque ríes con risa argentina:
porque aspiras absorta el perfume
de una lánguida flor.
Porque todas las noches de luna
te saluda ella grave y romántica
con saludo de amor.

No rechaces mi tímida ofrenda,
no desprecies mi ramo de rosas
y de flores de abril.
Ten piedad niña hermosa y sencilla,
peregrina doncella del rostro
sonrosado y gentil.

Juan Ortega Costa.