AYER TARDE SE ME REVOLVIO EL ESTOMAGO. ...

AYER TARDE SE ME REVOLVIO EL ESTOMAGO.
Estoy acostumbrado a toda clase de gente, mi oficio fue estar con mucho público, pero lo de ayer por la tarde me superó, todo mi mundo andado, en la ciudad de MADRID y sus poblaciones límites. Me parecía un paraíso, comparado con lo de ayer. Al tener la necesidad de entrar en unos servicios públicos, al urinario, de un local muy selecto del centro de la capital, digamos a unos 50, metros de La Puerta del Sol. donde solo entran caballeros, ya al pasar un señor mayor que salía de dicho sitio, con la cabeza me insinuó algo raro, nada más entrar dentro del local, se me revolvió el estómago, tres jóvenes entre 20 y 30, años aproximadamente, eran lo más repugnante que se le puede decir a una persona, que tenga un poquito de dignidad, me salí de allí corriendo, mi mente no estaba preparada para tan guarras personas, en un lugar donde la dignidad parece hacer gala. Sabía que había lugares indecentes, entiendo que cada persona dentro de su vida privada, sin dar ningún mal ejemplo, haga lo que le venga en gana, pero en un lugar con puertas abiertas, donde seguramente si lo saben los vigilantes, les hubieran expulsado de allí, esas indecencias son asquerosas y repugnantes. Cualquier humano que no sea un degenerado, lo hubiera visto fatal. No quise llamar a los vigilantes, por no tener problemas, ya que iba acompañado, y me parecía bochornoso el comentar tal mala situación.
Pienso como ser humano, que cualquier degenerado hombre o mujer, debiera pensar en los demás, incluso pudieron entrar niños, y es vergonzoso, que el que tenga delirios de sus guarradas, se marche al campo, donde no exista ninguna persona con dignidad, que le pueda dañar no solo la vista, si no el estómago y su moral de ser humano. No soy quien para juzgar, pero pienso que la dignidad se gana andando, y respetando a los demás. G X Cantalapiedra.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Totalmente de acuerdo, en su vida privada que hagan lo que quieran, pero deben respetar a los demás, tener un mínimo de decoro, de vergüenza y respetar los lugares públicos.