CONTINUACION.... LA VILLA DESDE QUE FUE CORTE....

CONTINUACION.... LA VILLA DESDE QUE FUE CORTE.

.... Las inmundicias se arrojaban por ventanas y balcones, más tarde se depositaban las basuras en los portales de las casas donde estaban en fermentación desde el domingo al sábado, en que eran obligados a llevarlas los que venían de los pueblos inmediatos a vender hortalizas y comestibles; por último se adoptaron los carros de limpieza. Los pozos rebosaban de inmundicias. Las paredes sudaban pringue. Las verduleras esparcían por el suelo los desperdicios de sus mercancías. Los burros de los yeseros emblanqjecian las calles con su cargamento y los carboneros sembraban sobre el yeso el cisco de sus serás. Los faroleros chorreaban aceite. Los borrachos regaban las orillas de las calles. Los vecinos interceptaban la calles en verano para tomar el fresco, y en el invierno haciendo higuera para encender braseros o asar castañas. Regando macetas, sacudiendo esteras, arrojando por ventanas y balcones todo lo sobrante en las casas en cualquier época y a cualquier hora. Los picapedrero convertían la vía pública en taller. Los perros, y los gatos, los cerdos, como igualmente las cabras, las vacas, los pavos y las gallinas se establecían en las calles como si fuera un corral, estable o pocilga.
Los mercados eran miserables tinglados sucios, cajones y puestos ambulantes, desprovistos de lo más necesario, sujetos a abastos, tasas y privilegios. Por ejemplo: la carne, se pesa a en la plazuela del Salvador para los hijosdalgos sin "sisa", y en la de San Ginés para los percheros autorizando la "sisa". No había coches de alquiler, nada más que las colleras y calesines hasta que se le concedió a Simón González el privilegio de establecer seis y uno de reserva, eran los conocidos "simones".