No, listillo, Satanás es como un entrenador al servicio...

No, listillo, Satanás es como un entrenador al servicio del Supremo, que pone las pruebas a los hombres para que éstos, superándolas, puedan fortalecer su Espíritu y así elevarse en el camino de la evolución interior. Hay muchos, como tú, que por su proximidad al proceso larvario, no pueden, ni quieren dominar las tentaciones del señor del infierno, fracasan en su aprendizaje y se convierten en esos que tú llamas los "malos". Si, además, colaboran en la obra diabólica voluntariamente, como es tu caso, se convierten en el "secuaz" del Diablo y esa es tu función, la que desempeñas con mucho afán en esta desdichada existencia tuya. Tu soberbia y engreimiento, en compañía de tu cinismo y máxima ignorancia, te impiden reconocerlo. Sigues llenado de blasfemias y asechanzas maléficas las Almas de los que te rodean que, si vibran en tu misma frecuencia, se convierten en tus "acólitos", en tus incautos simpatizantes, que serán colocados contigo a la izquierda del Cristo el día del Juicio Final. Luego, el estanque de fuego, que os retendrá durante incontables eones de tiempo. Los Punidores se encargarán de llevaros en esos instantes terribles para vosotros, en los que lloraréis de terror, remordimiento y desesperación.
Entre los miembros de este Foro, sobre todo en el sector femenino, hay muchos que admiran tus discursos procedentes del Averno. Voluntaria y automáticamente se convierten en tus prosélitos, mientras rechazan desdeñosos mis palabras. Se identifican con tu primitiva condición evolutiva y antes que elegir lo que puede salvarles se decantan por aquello que les llevará a la condenación. Que ese será vuestro triste destino, elegido libre y voluntariamente. No sabéis cuánto os compadezco. Vuestras mofas de hoy serán vuestro crujir de dientes de mañana. Mas, así lo queréis y, por las tendencias, lo seguiréis queriendo irreversiblemente. Que Dios, nuestro Padre Creador, se apiade de vosotros. Yo pronto os abandonaré y os dejaré en la tenebrosa oscuridad de vuestros días.
Ahora ríe convulsivamente, como siempre haces, que pronto llorarás amargamente.

Desde la Paz de las agrestes montañas que dominan mi poblado.