¡Así se escribe; si señor!

Mátame con tus ojos la mirada
soberbia de mujer que me domina,
clávame en la pared de alguna esquina,
olvídate que estuve enamorada.

Sálvame en el confín de tu morada,
castígame con férrea disciplina,
sin miedo, porque no te tendré inquina,
cuéntale mis desaires a tu almohada.

Al cielo, mar y tierra por testigos,
hoy les hago de mi arrepentimiento.
¡Pido a Dios que termine mi tormento!

Si no crees en mi sinceridad,
en aras del amor y la verdad,
podremos ser felices siendo amigos.

Noemí.

¡Así se escribe; si señor!