Un abrazo, Plazalagua....

Nunca salió de su pueblo marinero,
allí lo tenía todo:
mar, cielo, brumas, brisa y gaviotas.
Su puerto era la arena,
su barco, la libertad.

Nunca quiso amarres, las anclas
se oxidaron, sólo las velas
sobrevivieron,
eran sus alas, su futuro, su libertad.

Un día desapareció,
algo faltaba en el aire, sus silbidos,
de canciones, sus amores con sirenas,
sus fantasías de viejo pescador
siguieron la estela de la libertad.

Noemí

¡Eres única! ¡Qué bueno es!

Un abrazo, Plazalagua.
Me alegra que te guste.
¡No curres mucho!