Muy bien, Mari. Magnífico

No sé como pude vivir sin tenerte
ignorando el valor de lo verdadero
de tu sonrisa diaria
de tus frases, maravillosas,
sin sentido,
de tu inocencia.
¿Dónde estabas?
tardaste en llegar a mi vida,
vienes cuando ya está próxima mi partida
cuando apenas puedo jugar contigo
verte crecer.
Mi pequeño príncipe
dueño de mi mundo,
nada hay más grande que tú
ni más hermoso
ni más limpio.
Dejaré puestos los cimientos
de un castillo que te proteja,
con almenas muy altas
desde las que divises el mundo
y juegues con sus múltiples luces,
elegirás siempre la más clara
la que ilumine a las aves más hermosas
porque tú, mi príncipe,
has de elegir el rincón más noble
para vivir.

Mari

Emulando a Begoña Abad en su poema "Si algún día vienes a mi vida"

Muy bien, Mari. Magnífico