En paréntesis estais
del Caballero de Olmedo:
Me permito entrar muy quedo,
-creo que me lo permitais-.
Con gente sana y discreta
da gusto entrar en un foro;
no digo igual de otros coros
en los que poco respetan.
La Semana Santa es,
para el creyente sin cuento,
tiempo de recogimiento,
mostrándose tal cual es.
A Jesucristo ofrezcamos,
con sincero sentimiento
y total desprendimiento,
cuanto hacemos y seamos,
intentando procurar
que todo sea de El digno,
porque ese será el signo
de que es bueno nuestro obrar.
Se hizo hombre Jesucristo
para ayudar a la gente,
y, pudo evitar su muerte
si hubiera ido de "listo";
pero como su inquietud
era el bien de los demás,
no le importó protestar,
presente la multitud,
acusando al poder fáctico.
Este veía que el que hablaba
era un hombre que estorbaba
por su poder carismático,
y que aireaba trapos sucios,
sin importarle quién fuera,
resultando un pejiguera
del que no cogían renuncio.
De modo que, decidieron,
para que no atosigara,
hacerle que se callara,
y, en cuanto que lo pudieron
mandaron y lo prendieron.
Y así tras un falso juicio
-de su tortura el inicio-
la muerte en la cruz le dieron.
Esta y no otra es la razón
por la que le dieron muerte:
Enfrentarse abiertamente,
sin ninguna condición,
a los que flagrantemente
abusaban de la gente
que vivía en indefensión.
Plazalagua.
del Caballero de Olmedo:
Me permito entrar muy quedo,
-creo que me lo permitais-.
Con gente sana y discreta
da gusto entrar en un foro;
no digo igual de otros coros
en los que poco respetan.
La Semana Santa es,
para el creyente sin cuento,
tiempo de recogimiento,
mostrándose tal cual es.
A Jesucristo ofrezcamos,
con sincero sentimiento
y total desprendimiento,
cuanto hacemos y seamos,
intentando procurar
que todo sea de El digno,
porque ese será el signo
de que es bueno nuestro obrar.
Se hizo hombre Jesucristo
para ayudar a la gente,
y, pudo evitar su muerte
si hubiera ido de "listo";
pero como su inquietud
era el bien de los demás,
no le importó protestar,
presente la multitud,
acusando al poder fáctico.
Este veía que el que hablaba
era un hombre que estorbaba
por su poder carismático,
y que aireaba trapos sucios,
sin importarle quién fuera,
resultando un pejiguera
del que no cogían renuncio.
De modo que, decidieron,
para que no atosigara,
hacerle que se callara,
y, en cuanto que lo pudieron
mandaron y lo prendieron.
Y así tras un falso juicio
-de su tortura el inicio-
la muerte en la cruz le dieron.
Esta y no otra es la razón
por la que le dieron muerte:
Enfrentarse abiertamente,
sin ninguna condición,
a los que flagrantemente
abusaban de la gente
que vivía en indefensión.
Plazalagua.