Una cervecita Marisol,...

Una cervecita Marisol,
pero nada de tapeo
que luego almuerzo en casa
y el cuerpo se pone feo.
Se pone feo de comer
que eso es verdad verdadera,
que si nos dejamos caer
se cae hasta lo que no cuelga.
Qué lejos están los años
en que las carnes prietas
podían pasearse a gusto
por las plazas recoletas.
¡Ay ¡, que pena cumplir años,
y no es por envejecer
sino porque se te quitan
las ganas de.... tejer.
Ya lo se, ya, Marisol,
que el tejer no es lo mío,
pero me parece mejor
tejer que no... hacerme un lío.
Y es lo que yo me digo,
me pongo a filosofar
y como dice mi hijo
luego no se dónde llegar.
Hoy estoy parlanchina,
no te dejo meter baza,
y es que anoche mi vecina
que estuvo tarde en mi casa
me dejó la cabeza llena
y vacía la cocina,
que hay que ver con las vecinas,
que si hoy me das azúcar,
mañana me das pastillas,
y pasado por la noche
me quedo con tu mochila.
En fin, que le voy a hacer,
no estamos pá muchos gastos,
pero eso del placer
de tomarnos un vasazo
de cervecita fresquita,
no se lo quito al gaznate,
aunque luego en mi casita
me pesen los gramos de más,
que me parece mentira
que con sólo una cerveza
haya psiquiatras por ahí
que dicen: ¡Viva la abstinencia ¡,
pardiez, que sólo una copa
no te quita la conciencia.
Y ya me voy, paso a paso,
caminito de mi hogar,
con los míos, con mi gato,
con la mentira y la verdad.