Dña. Ana, ¡qué barbaridad ¡,...

Dña. Ana, ¡qué barbaridad ¡,
no sabía yo que andaba
codeándose con los de allá.
Se comprará una pamela
si es la boda de día,
me supongo; todavía
tiene tiempo de verlas.
Y unos zapatos a juego,
¡faltaría más ¡
que no le falta a Dña. Ana
nada. ¡Qué calamidad
si le faltara algún perifollo ¡,
que no se preocupe Ud.
que hacemos una colecta
en este gran café,
y si no es hoy, es mañana,
Ud. pronto podrá ver
como con nuestro dinero
le subimos el caché.
Y yo ya me retiro a casa
que es la hora de comer.