El 2010, ese año...

El 2010, ese año
que a pocos ha contentado,
murió de viejo, cansado,
después de hacer mucho daño.

Llegó el joven 2011,
y, a la par que os felicito,
yo le pido, voz en grito,
que pueda servir de gonce,
para que se abran las puertas
de un porvenir menos duro,
que alivie muchos apuros,
y traiga venturas ciertas.

Todo eso será posible
si, cada uno, en la medida
de lo que pueda en la vida,
lo hacemos mas asequible.

La cosa está complicada,
y sobra mucho egoismo;
preciso es gran altruismo
para darla por zanjada.

Hace falta voluntad
y ganas de hacerlo bien,
sin olvidarnos, también,
de Dios, con su potestad.

No quiero dejar pasar
este monólogo mío,
sin deciros que os envío
mis deseos de bienestar;

y, que sea una constante,
entrar con gran desparpajo,
al terminar el trabajo,
por nuestro Café Levante.